Los fondos federales que nos están llegando en abundancia no son para comprarle carros de lujo a ningún funcionario. Estamos en bancarrota, escribe Hiram Sánchez Martínez.
Los fondos federales que nos están llegando en abundancia no son para comprarle carros de lujo a ningún funcionario. Estamos en bancarrota, escribe Hiram Sánchez Martínez.
Como país nos hemos ganado merecidamente una fama de embrollones que no hay quien nos la despinte. No por ahora. Le debemos a bonistas, pensionados y suplidores y no tenemos con qué pagarles. Cogimos prestado a troche y moche como si no hubiera un mañana, como si se tratara de préstamos que nunca tendríamos que pagar, empujados por el viento suave de la comodidad, de ese modo de vivir de muchos —darnos la buena vida hoy— pensando que “la última cuenta la paga el diablo”. Pero el diablo está tocando a la puerta y la jueza Laura Taylor Swain está a punto de dejarlo entrar. Y nos sacará hasta el vivir.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: