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Es imperativa la prevención ante el calor extremo

16 de junio de 2024 - 11:22 PM

El pronóstico para este verano, según los datos recopilados por los expertos, es que nos enfrentaremos a unos meses de canícula intensa, que pueden poner en riesgo a los niños, los viejos, así como a las personas de cualquier edad aquejadas de algunas condiciones de salud, por lo que resulta imperativo implantar medidas para prevenir desgracias.

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Que el calentamiento global está causando estragos a lo largo y ancho del planeta es una realidad, con eventos tan catastróficos como los que sufre actualmente México y casi toda Centroamérica, regiones donde la sequía y las altas temperaturas martirizan a los seres humanos y, en algunos casos, han arrasado con la fauna. Latinoamérica en general ha sido especialmente afectada, y en medio del reciente verano austral, Chile y Argentina vivieron episodios de calor inéditos, con sensaciones térmicas prácticamente insoportables.

Nada puede hacer pensar que en Puerto Rico nos escaparemos de lo que es una peligrosa tendencia. De hecho, el Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático, que es el ente que asesora al gobernador, advertía el pasado febrero de que, con toda probabilidad, se producirían eventos históricos de calor este año. En la isla, en muchos hogares la situación se torna peligrosa, si se producen apagones prolongados, como el ocurrido este miércoles, cuando no existen recursos para generación de emergencia que permita una ventilación adecuada en el interior de las residencias.

En Estados Unidos se registran anualmente unas 1,200 muertes relacionadas con el calor extremo, siendo los más afectados, por episodios graves de deshidratación, los niños y los adultos mayores, especialmente aquellos que viven en comunidades de escasos recursos. En la isla no existen estadísticas de las muertes causadas por las altas temperaturas, a menos que se trate de golpes de calor evidentes, pero es inaceptable que a estas alturas, con lo que ya hemos tenido durante el mes de mayo, no exista un protocolo abarcador y claro para atajar la crisis que podría surgir este verano. Dentro de ese protocolo debe contemplarse la creación de refugios, y por supuesto las campañas de prevención de incendios.

Las escuelas no pueden depender exclusivamente de acondicionadores de aire en los salones. Nos preguntamos cuán preparado está el Departamento de Educación, en caso de que nos azotaran calores extremos durante varios días o semanas. Ya deberían contar con un plan de contingencia que le permita actuar sin improvisaciones. Lo mismo en cuanto a las empresas, agencias y corporaciones públicas cuyos trabajadores desempeñan labores a la intemperie, los del sector agrícola o de construcción, así como en carreteras y áreas verdes, circunstancia para la que deben contar con equipos de primeros auxilios.

El Departamento de Salud tampoco puede quedarse al margen de un esfuerzo de prevención continuo. En días recientes, un grupo de médicos consultados por El Nuevo Día advertía de la necesidad de alertar a la población sobre los síntomas del calor extremo en el organismo, enfatizando que la situación puede afectar seriamente a los asmáticos, las embarazadas y a quienes padecen enfermedades cardiovasculares. Del mismo modo que se preparan los hospitales y demás personal sanitario, incluidos los paramédicos, para enfrentar una epidemia, o las consecuencias de un evento atmosférico como un ciclón, deben prepararse esta vez para un aumento en incidentes relacionados con el calor.

Todo esto representa un cambio de mentalidad, tanto en el gobierno como en la población. El cambio climático, y, por consiguiente, las altas temperaturas del verano, no tienen por qué perjudicar el tan esperado periodo de vacaciones, pero se va a necesitar una capacidad de adaptación mayor, tratándose de una realidad que nos supera. Evitar las aglomeraciones, como acaba de aconsejar la comunidad médica, y la larga exposición al sol, sobre todo en los niños y adolescentes que no tienen conciencia del peligro, son medidas a las que tendremos que habituarnos.

No basta con quejarse del calor, sino que habrá que informarse y combatirlo, desde los hogares, los centros de trabajo y las escuelas, de la manera más responsable posible.

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