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El ajedrez, una herramienta de la vida: “Este juego es una maravilla”

Un grupo intergeneracional de aficionados al juego de los reyes comparte estrategias y movimientos en un ambiente sano, educativo y divertido

30 de junio de 2024 - 12:00 PM

En pleno juego, la pareja integrada por Félix Peña Castro, de 62 años, y Marcelino Orro, de 88, es todo concentración. (Suministrada)

En medio de la habladuría y el “va y viene” de un food court, un grupo de jóvenes y adultos se concentra y, como si no ocurriera nada a su alrededor, piensa en las estrategias más adecuadas para mover las 16 piezas en el tablero cuadriculado de su mesa y salvar a su rey.

El ajedrez es el centro de atención de jugadores que se reúnen en las tardes, de lunes a sábado, en el área de comida del centro comercial San Patricio, en Guaynabo, para enfrentarse de forma amistosa en una “contienda” que les permite divertirse, conocer gente, competir con personas de diversas edades, estimular la memoria y desarrollar aptitudes como disciplina, capacidad de análisis, concentración y razonamiento matemático.

“Es una herramienta para toda la vida”, expresa Ismael R. Soto González, presidente de la Federación de Ajedrez de Puerto Rico, sobre el juego de mesa que, como maestro y árbitro internacional, ha logrado enseñar a muchas personas. “Lo pueden jugar personas de todas las edades y personas con discapacidad, tenemos un jugador ciego. El límite lo ponemos nosotros. Es cuestión de intentarlo y, si no te sale, volver a intentarlo, como en la vida”, afirma.

En una mesa cercana, Gregorio Rodríguez, de 50 años, murmura: “Juega como si supiera”, ante muchos de los movimientos que hace su pareja de mesa, Guillermo Dávila Nieves, de 79 años. Mientras, este le contesta: “Ah, sí. Ah, sí”, cuando mueve alguna de sus piezas. Como en las otras parejas de jugadores, es mucha la concentración y poco el diálogo. Observan las movidas del otro, piensan una estrategia, toman una pieza, la mueven en el tablero, a veces la devuelven al lugar original, y se toman su tiempo antes de hacer su movida final. Otras veces, el movimiento es rápido.

Guillermo Dávila Nieves y Oscar Rivera en una partida.
Guillermo Dávila Nieves y Oscar Rivera en una partida. (Suministrada)

Gregorio cuenta que aprendió mirando y jugando con el grupo que solía reunirse en la antigua tienda Borders, que cerró hace 13 años en Plaza Las Américas, en San Juan. “Vengo para mantener la mente ocupada. Hago Uber y, cuando me desocupo en la tarde, para no quedarme en casa sin hacer nada, vengo aquí”, explica.

Guillermo, por su parte, aprendió en Estados Unidos. “Jugaba con los polacos y los alemanes. Allá, jugaban en los parques y yo aprendí mucho con ellos”, cuenta el aficionado, quien luego conoció a Ismael y ha seguido practicando y aprendiendo. Minutos más tarde, se cambiaría de mesa para jugar con otro de los asiduos jugadores.

“Nos entretenemos en esto. Nos gusta. Es un pasatiempo bueno, tonifica la mente”, destaca.

Héctor Agosto Bonilla, de 70 años, también lo aprendió en su juventud, pero en Alemania, mientras estuvo en el Ejército. Le enseñó otro soldado puertorriqueño “y me ‘jukié’. Cuando llegué a Puerto Rico, mi primo también estaba ‘jukiao’ y jugábamos debajo de un poste”, rememora.

Sobre los beneficios, menciona que “yo padecía de depresión y esto me ha ayudado. El psicólogo (del Hospital) de Veteranos me dijo que hiciera un deporte”. Asiste al centro comercial semanalmente y está cerca de cinco horas cada vez, o “hasta lo que mi esposa me permita”, dice con una sonrisa, para luego mencionar rápidamente que la práctica del ajedrez también evita el Alzheimer.

Cualquier persona, en cualquier lugar, puede jugar (ajedrez), ya que trasciende las barreras del idioma, la edad, el género, la capacidad física o la situación social
Organización de las Naciones Unidas

Para Oscar Rivera, su competidor, una de las cosas que más le atraen del ajedrez es que es un juego más lógico que emocional, que se puede jugar con personas diversas, incluso si no hablan el mismo idioma. “El lenguaje es matemática”, afirma.

En otra mesa, la pareja integrada por Félix Peña Castro, de 62 años, y Marcelino Orro, de 88, es todo concentración. Minutos más tarde, Marcelino recuerda que, aunque aprendió de joven, no fue hasta que se jubiló, a sus 65 años, que empezó a jugar más. También iba a Borders y “vi cómo jugaban, que era un juego de cinco minutos total, y me enganchó. He tratado de salirme de esto, pero no se puede, esto agarra a uno de una forma bárbara. Este juego es una maravilla”.

Fue otro de los que comparó el juego con la existencia. “Es fácil nacer, pero toma la vida entera aprender. Es fácil empezar y mover las piezas, pero después toma mucho, mucho tiempo y cuando más tiempo toma, más hay que aprender”.

Mientras, Félix recuerda que aprendió a jugar en cuarto o quinto grado en su escuela, en la provincia de Holguín, Cuba, y desde entonces se hizo fanático del ajedrez.

Ismael R. Soto González, presidente de la Federación de Ajedrez de Puerto Rico, junto a un grupo de jugadores más jóvenes.
Ismael R. Soto González, presidente de la Federación de Ajedrez de Puerto Rico, junto a un grupo de jugadores más jóvenes. (Suministrada)

“El ajedrez te ayuda a organizarte. Te disciplina. Hay apertura, medio juego y unos finales y no puedes violar eso. Te ayuda a razonar y, como en la vida, a ver cuántas variantes hay ante un problema y saber escoger la mejor, que no siempre lo hacemos, ni en la vida, ni el juego. Esto se debería implementar en las escuelas porque es entretenido y no cuesta mucho”, comenta el hombre, que aprovecha para acompañar al grupo por estar de vacaciones.

De hecho, una de las cosas que hace Ismael desde su presidencia en la Federación de Ajedrez es ir a las escuelas para dar clínicas a los estudiantes, así como fortalecer los clubes que se reúnen en diferentes municipios.

“El ajedrez es una herramienta, no solamente educativa, sino sanadora, que ayuda con la socialización de las personas”, afirmó Ismael, quien también organiza torneos y fomenta la participación de jugadores puertorriqueños en competencias en el exterior. Las personas interesadas en aprender, pueden llamar al (787) 527-7577 o buscar la página de la Federación en Facebook.

Precisamente en la escuela fue que aprendió Andrews Dones, de 15 años, quien compartió que ha aprendido mucho con su compañero de colegio, Sebastián Toro, quien es campeón juvenil de Puerto Rico. Empezó a jugar hace unos dos años y a competir, hace como año y medio. En estos días, participa por cuarta vez en un torneo clásico de la Federación de Ajedrez con el fin de prepararse para ir a competir a El Salvador. Según Andrews, quien se ha enfrentado a personas de otras edades, “los jóvenes son más tácticos, más agresivos. Los jugadores que tienen más edad son más posicionales, un juego posición es menos agresivo, más sólido”.

Beneficios del juego de ajedrez
1. Eleva el coeficiente intelectual
2. Mejora el razonamiento matemático
3. Estimula la capacidad de análisis
4. Potencia la creatividad e imaginación
5. Entrena y fortalece la memoria
6. Aumenta la comprensión de lectura
7. Facilita la concentración
8. Fortalece la capacidad de resolución de problemas
9. Estimula las habilidades sociales
10. Mejora el estado de ánimo

Por su parte, el universitario Fabián Martínez Santiago, juega hace como nueve años y aspira a convertirse en árbitro. “El ajedrez te lleva a pensar qué va a hacer tu oponente, hacer un plan y ejecutarlo de la mejor manera. Uno aprende a desarrollar pensamiento crítico, que es esencial en el ajedrez y que te ayuda en la vida también”.

Educación para la vida

El valor educativo del ajedrez es una bandera que lleva desde hace un tiempo el campeón de ajedrez y periodista especializado en esa disciplina, Leontxo García. Desde 2002, se ha dedicado a ofrecer charlas y conferencias para divulgar los beneficios del ajedrez entre maestros y directivos de escuelas. Además, hace años tiene la sección El Rincón de los Inmortales en el diario español El País, para comentar y analizar jugadas.

En una charla a un grupo de jóvenes publicada en Internet, dice: “Lo que más me apasiona últimamente del ajedrez es su enorme utilidad como herramienta pedagógica. Saber ganar y perder en el ajedrez se desarrolla de una manera muy especial. La suerte prácticamente no influye. Por tanto, en el ajedrez el que pierde es el que más aprende. Si juego una partida contigo y tú me ganas, me voy a mi casa pensando por qué perdí, qué tengo que hacer la próxima vez para no cometer un error parecido a eso. Estoy desarrollando un pensamiento autocrítico de una manera muy intensa”.

“La cantidad de valores, habilidades y cualidades que puede aportar el ajedrez es muy amplia, como la empatía, el autocontrol, la disciplina, la adaptación al entorno –al colegio, al alumnado, a los docentes– la administración del tiempo, el pensamiento flexible, que es una cualidad importantísima en el siglo XXI″, abunda.

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