Cae la noche. El olor a salitre que se dispersa con la brisa deja embelesados a los visitantes que llegaron al islote de Pájaros, en Salinas, con la organización Puerto Rico al Sur, para conocer los retos que enfrentan los trabajadores del mar en busca del sustento diario.

Horas antes, mientras se desplazaban en bote con pescadores de la zona, fueron aprendiendo cómo se usan las diferentes artes de pesca para lograr atrapar los deliciosos frutos del mar, mientras trataban de dominar los nervios en su primer encuentro de este tipo.

Todo esto, en uno de los escenarios más espectaculares que ofrece el litoral caribeño, con sus despampanantes atardeceres que merecen perpetuarse en la memoria de cada individuo.

Esto, a través del recorrido “Experimentando la vida del pescador” que, permite unas vivencias únicas, de la mano de expertos que le enseñarán a cosechar variedad de especies, tales como colirubia, arrayao, langosta, carrucho y pulpo, entre otras.

El instructor de buceo, José Ramón Ortiz Fernández, expuso que, “lo primero es la seguridad, porque muchos se ponen bien ansiosos y tenemos que calmarlos”.

“Todo estará bien. Es una embarcación segura, le damos los salvavidas, le mostramos donde están los radios, teléfono, para su seguridad”, aseguró el pescador comercial y rescatista de 56 años.

Entre las artes de pesca que utilizan, según Ortiz Fernández, está el chinchorro (red), hilo o pesca tradicional y “pesca de fondo”.

“Le enseñamos a tirar hilo, que llamamos ‘de punta’ o pesca tradicional. También usamos la pesca de fondo que es con tanque de buceo y vamos a atrapar los pulpos, carrucho, langosta”, destacó el juanadino.

“Vamos cerca del arrecife, pero es pesca de orilla, no los vamos a martirizar. Pero los vamos a llevar a que vean cómo se hace. Ha sido tremendo palo, a la gente le gusta. Eso nos satisface como pescadores para que la gente aprenda lo que nosotros pasamos en el mar”, confesó.

Además, dijo que le muestran la técnica de palmeo que se utiliza para desenredar la red, “para cuando vayan a tirar no tengan ningún problema. La gente se divierte y, aprende porque aprende”.

Al llegar al islote de Pájaros, los participantes hacen camping junto con los pescadores. Entonces, “ahí tiramos el chinchorro en la orilla”.

“En Isla de Pájaros hay un muelle, bahía. Ahí nos quedamos en el campamento a lo que pescamos. Instruimos a cada persona, tiramos las redes cuando está oscureciendo, porque no se pueden tirar temprano”, manifestó.

“Cuando pasan dos horas, pasamos a recogerlo. Le damos la oportunidad al visitante a que lo tiren y tengan la experiencia de cómo recogerlo. Se hace como una bolsa para que el pescao se quede adentro. Hay dos personas adentro del bote, sacando el peje y poniéndolos en baldes”, sostuvo.

Cabe destacar que, además de José Ramón, hay otros dos pescadores de la zona.

“Ahí pescamos arrayao, colirubia, sama, dependiendo… hay especies que no se pueden pescar, que hay que soltarlas, dependiendo el tiempo de veda de (Departamento de) Recursos Naturales (y Ambientales). Es mejor soltarlos porque estás contribuyendo a que se reproduzcan y que la próxima vez, haya más”, admitió.

De hecho, quienes hacen el recorrido pueden cocinar la pesca mientras hacen camping. Pero aprenden que, a pesar de que los pescadores atrapan entre 30 a 40 libras, solo logran vender un poco más de la mitad a la Pescadería Raúl Maldonado, ubicada en el barrio Playa.

“A veces, recogemos de 30 libras a 40 y de esas, quizá 20 o 30 estén buenas. Lo otro es que, a veces, no se venden. Son buenos para comer, pero en la pescadería son selectivos. Los otros nos los llevamos para nuestras casas y alimentamos a nuestras familias”, sostuvo.

“También, si hay una persona que no pueda pagar la pesca, como ancianos o impedidos, que no tienen chavitos para comprar pesca, les llevamos peces de tercera, como la cojinúa, que es un pescao sabroso”, apuntó.

José Ramón, que también está certificado como confeccionista de mariscos, apuntó que el pescado que no venden, “es sabrosísimo”.

“Yo lo fileteo, la espina, la cojo pa’ caldo y, con el filete, se hacen chicarrones de pescao. El caldo lo cojo con un mofonguito y eso sabe riquísimo”, afirmó.

Sobre el recorrido, manifestó que, la mayoría de sus participantes han sido locales, aunque ha llevado a visitantes de Estados Unidos y China, entre otros.

“Gracias a Puerto Rico al Sur que me dieron la oportunidad de compartir con ellos y yo sacar el ingreso que necesitaba. Cuando yo más necesitaba, ellos cayeron de bendición a mi casa porque necesitaba pagar la colegiatura de mi nene y no tenía de dónde agarrar”, confesó.

“Es un proyecto interesante. Nosotros trabajamos día y noche en la pesca para traer, por lo menos, varias libras de peces y poder sufragar los gastos que hacemos. Muchas veces, nos preguntan por qué pescamos, pero nuestra satisfacción es llevar alimento a las casas, a cada mesa”, concluyó.

Para detalles: Puerto Rico al Sur en Facebook e Instagram o el 787-365-1134.