La acción o inacción de una jueza tiene al país en ascuas porque no se sabe si la joven Karla Rodríguez Ares habría podido salvar su vida de haber sido otro el resultado de aquella vista, escribe Hiram Sánchez Martínez
La acción o inacción de una jueza tiene al país en ascuas porque no se sabe si la joven Karla Rodríguez Ares habría podido salvar su vida de haber sido otro el resultado de aquella vista, escribe Hiram Sánchez Martínez
El resultado de algunos casos recientes ha perturbado el sosiego de muchas personas que piensan que sus jueces han tomado decisiones no solamente equivocadas, sino insensibles e insensatas. El del feminicidio de Karla Rodríguez Ares y su acompañante es uno de ellos. Esta vez, según la fiscalía, la jueza Yarissa Santiago San Antonio descartó prueba indicativa de que, entre otras cosas, el agresor penetró al hogar de ella, le dañó las cámaras de seguridad y la estuvo acosando continuamente. La jueza determinó que no había causa probable por el delito de maltrato agravado (Ley 54) ni por el escalamiento. Entonces vino el feminicidio. Lo curioso es lo que esta misma jueza vaticinó en su vista de confirmación ante el Senado en 2014: “La responsabilidad de una jueza o un juez es tan grande que las acciones o inacciones de uno solo tiene el poder de afectar la apreciación pública de toda la Rama Judicial”. Tenía razón. La acción o inacción de ella tiene al país en ascuas porque no se sabe si la joven mujer habría podido salvar su vida de haber sido otro el resultado de aquella vista.
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