Uno de los retos que enfrentan las organizaciones a la hora de reclutar sus respectivos talentos es conseguir profesionales que posean la preparación académica requerida, pero que, además, cuenten con actitudes asertivas que ayuden a mantener un buen ambiente laboral.

Se trata de las llamadas soft skills, que son destrezas difíciles de cuantificar porque están ligadas a la personalidad del candidato, entre estas: pensamiento crítico, liderato, comunicación efectiva, creatividad, capacidad de trabajar en equipo e inteligencia emocional.

Jacqueline Álvarez Peña, sicóloga organizacional y vicepresidenta de Asuntos Académicos y Estudiantiles de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, explicó que, “las famosas hard skills que son las competencias regulares de una profesión, son más fáciles de adquirir y de medir”.

“Un estudiante que se gradúa de una universidad es porque adquiere los conocimientos y las competencias académicas que son requeridas por sus disciplinas. No ocurre lo mismo con las destrezas blandas, porque están ligadas a actitudes, a algunos tipos de comportamiento, a rasgos y, a veces, hasta a características de personalidad que un patrono espera de su empleado”, manifestó.

Álvarez Peña resaltó que, “si le preguntas hoy día a un empleador, qué espera de un candidato, te va a decir que: ‘Todos vienen con un grado académico, pero yo necesito líderes; necesito personas capaces de aceptar la crítica constructivamente y no personalmente; gente que se deje guiar, colaboradores empáticos, personas que construyan, en lugar de destruir relaciones laborales’”.

“Los empleadores buscan personas con destrezas de comunicación efectiva, que puedan pensar críticamente, resolver situaciones proactivamente, tomar decisiones, que estén motivadas en el trabajo, que tengan buenas actitudes y confianza en ellas mismas, y que aporten a la organización. Esas son algunas de las muchas destrezas blandas”, apuntó.

“La literatura de estos tiempos apoya que muchos empleadores les demos más peso a las destrezas blandas, que a las hard skills. Claro, esto representa un reto grande para las instituciones de educación superior porque, en nuestros currículos, estamos obligados a educar sobre esas destrezas de carácter laboral que los empleadores nos exigen”, admitió.

Asimismo, resaltó que las destrezas blandas proporcionan una ventaja competitiva a un candidato o estudiante sobre los demás aspirantes a un puesto de trabajo.

“Un empleador busca una persona que pueda trabajar en equipo, esa es una de las mayores aspiraciones de un patrono. De acuerdo con el tipo de trabajo, hay algunas que tienen más peso que otras, depende del tipo de organización. En general, es la aspiración o el deseo de todo patrono”, resaltó.

Por su parte, el doctor Jorge Iván Vélez Arocho, presidente de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, argumentó que “ante un mundo incierto, complejo y volátil, hace falta tener un pensamiento crítico, hace falta poderse acercar a los problemas y a la realidad críticamente, y es una destreza que hay que desarrollar”.

Vélez Arocho fungió como consultor de varias empresas a nivel local e internacional, teniendo la oportunidad de ver, de primera mano, la importancia de estas destrezas como, por ejemplo, la capacidad de organización y de adaptarse a los cambios.

“En las empresas es importante tener el conocimiento de las destrezas fuertes, pero también es importante poseer las destrezas básicas. También hay que poderse adaptar a los cambios; si hay algo que es permanente en la vida de un ser humano son los cambios. El cambio forma parte de nuestra naturaleza”, destacó.

“Es importantísimo tener capacidad de organización; planificar, organizar y ejecutar. Eso incluye la capacidad de separar tiempo para el ocio, porque no todo puede ser trabajo o acciones relacionadas con el mundo laboral. Todo tiene que poder organizarse y sacar tiempo para hacer un espacio para el silencio, pensar y, sacar tiempo para hacer ejercicios”, advirtió.

Otras destrezas que el futuro profesional debe desarrollar, según Vélez Arocho, se relacionan al manejo del tiempo y al trabajo en equipo,”.

“Eso trae un reto para las universidades y las escuelas de poder incorporar el desarrollo de estas destrezas en sus currículos. Por supuesto, que la persona tenga inteligencia emocional, lo que quiere decir es que, ante las dificultades, las personas puedan acercarse sin causarles daño a otras, sin que rompan la relación con otras personas y que puedan mantener un valor ante las dificultades; es mantener la calma y la paz”, alertó.

Finalmente, la consejera profesional Elizabeth Martínez Rodríguez expuso que las soft skills, permiten la evolución y el crecimiento del ser humano.

“La creatividad, el pensamiento crítico, las habilidades para trabajar en equipo, la colaboración, la comunicación, la resiliencia y la automotivación [son relevantes]. Ya no se trata meramente de lo académico, tenemos que mirar el ser humano desde todas las dimensiones”, concluyó la también directora de Estudiantes de Primer Año en Universidad Católica de Ponce.