La pandemia del racismo lleva siglos con nosotros. La manifestación más evidente es la pérdida de la capacidad de indignación, la negación de la propia humanidad, escribe Antonio Martorell
La pandemia del racismo lleva siglos con nosotros. La manifestación más evidente es la pérdida de la capacidad de indignación, la negación de la propia humanidad, escribe Antonio Martorell
“Pelo malo”, me decía mi abuela apuntando con el artrítico y encorvado índice de su mano, diestra en acusar lo inconveniente, el cabello ensortijado de una vecina. “Pelo malo el mío que comenzó a caerse a mis dieciséis años”, le diría yo ahora a pesar de ser mi pelo, más que lacio, muerto, que así también lo llamábamos. Pues tan muerto resultó que me precedió por más de medio siglo a sabrá Dios dónde.
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