Tanto los periodistas como los espías investigan, producen informes y se exponen al estado de derecho. Sin embargo, sus profesiones y contextos son distintos. Los periodistas no son espías, aun cuando trabajen para medios estatales, incluso no lo son, aunque esos medios operen en autocracias o hasta en dictaduras. ¿Por qué? Porque aún en estos regímenes, contrario a los protocolos de secretividad enmarcados en la absoluta subordinación al estado, del espionaje, las expresiones periodísticas tienen trascendencia pública. Esto permite evaluarles más allá del entorno original y oficial de la publicación.