Este es un llamado a pensar el país. Pensarlo en el sentido más amplio en cuanto a su presente y en cuanto a su futuro. Al Partido Popular Democrático, que se le acusa de vivir en el pasado, solo debemos tomar la aleccionadora jornada que nos llevó del batey de nuestros jíbaros al poder de la gobernanza. Y desde ese poder de la gobernanza construimos un Puerto Rico moderno que se convirtió en punto de referencia para que otros pueblos se miraran en nosotros y construyera en su futuro.

En esa fructífera jornada supimos evaluar certeramente las necesidades y aspiraciones de nuestra gente y con mano firme y entendimiento claro, ofrecimos las respuestas necesarias. En ese mismo espíritu hago este llamado y les propongo que pensemos en la realidad que hoy vive el pueblo puertorriqueño y la respuesta que debemos ofrecer de cara al próximo periodo electoral. Trabajemos para hacer de la educación de nuestros hijos el centro sobre el cual gire nuestro proyecto de transformación del país. Propongamos y llevemos a feliz término la puesta al día de nuestros rezagados estudiantes de las Escuelas Públicas del país. Mejoremos el currículo de esas escuelas para que se sobrepongan al atraso generado por los desastres naturales y la dejadez administrativa.

Corrijamos inmediatamente el atropello que se ha ensayado contra la Universidad de Puerto Rico. Volvamos a hacer de nuestra primera casa de estudios graduados el gran nivelador de nuestra sociedad. Demostremos compromiso y visión de futuro. Sentadas las bases para contar con una nueva generación que puedan responder efectivamente a los retos del mañana, atendamos las prioridades que demanda el presente.

Es necesario estructurar, con una nueva perspectiva que nos distancie de lo que prevalece hoy en el país, un moderno proyecto de desarrollo económico que responda a los intereses de las grandes masas puertorriqueñas y no exclusivamente a un pequeño grupo de privilegiados. Si de verdad queremos hablar de futuro, tenemos que superar la dependencia en el financiamiento federal y construir desde nuestras bases nuevos enfoques de la industria, de la agricultura, del comercio y las finanzas. Lo que hay en el presente solo atiende los intereses de unos pocos y nosotros tenemos que buscar el bienestar y el progreso de todos.

Atendamos como se debe los asuntos de la criminalidad, la violencia, la ilegalidad rampante que nos agobia y que constituye uno de los problemas esenciales de la ciudadanía. La seguridad tiene que ser la norma, no la excepción en nuestra vida cotidiana. Hay mecanismos de garantizar un mejor sistema de salud, tanto la física como la mental para nuestro pueblo. El sistema privatizado de salud ya demostró que no aguanta más parchos. La ambición y la avaricia de las aseguradoras privadas ha roto y por el hueco creado se escapa la vida de nuestros ciudadanos.

Sin plantearnos ser un gobierno paternalista en la noción ya superada de esa visión, tenemos que buscar nuevos enfoques para la atención y solución de los graves problemas sociales que hoy nos consumen. Hay que ponerle fin al abuso infantil, a la violencia de género, al abuso con nuestros adultos mayores, a la trata humana, a la pobreza que cada día se acrecienta con la insistencia en un modelo económico que solo cobija a los grandes intereses financieros.

Una vez más, reitero el llamado a pensar el país. No desde la perspectiva del pasado, no de la inconsciencia que prevalece en el presente, sino desde la dura realidad que vive el ciudadano de a pie que tiene que hacer malabares para sobrevivir al naufragio que vive nuestro país en el presente.

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