Hay abogados que aceptan más casos de los que pueden manejar, ocasionando así contratiempos a una administración justa, rápida y económica de los calendarios judiciales, escribe Hiram Sánchez Martínez
Hay abogados que aceptan más casos de los que pueden manejar, ocasionando así contratiempos a una administración justa, rápida y económica de los calendarios judiciales, escribe Hiram Sánchez Martínez
El otro día, alguien decía en televisión que Puerto Rico era el país de las suspensiones. Se refería, naturalmente, a las suspensiones en los procesos penales en los tribunales. Y yo, que soy del mismo parecer, no me canso de repetirlo. Antes que me caigan chinches encima, debo aceptar que hay muchas suspensiones en los procesos judiciales que están plenamente justificadas, bien sea, entre otras, por enfermedad de las partes, sus abogados/as o los testigos, o ya bien porque no se han completado las pericias que requiere un caso complejo o el acopio de la prueba inculpatoria o exculpatoria. Otras veces —más de las necesarias, diría yo—, la justificación es simplemente inexistente porque pende de razones inaceptables para el país que observa muy de cerca, y sin saber qué hacer, el funcionamiento del Poder Judicial.
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