El “intro-documental” del espectáculo presentado los días 10 y 11 de diciembre en el estadio Hiram Bithorn es buena muestra del nacionalismo hueco que se proclama, solamente, de la boca para afuera, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
El “intro-documental” del espectáculo presentado los días 10 y 11 de diciembre en el estadio Hiram Bithorn es buena muestra del nacionalismo hueco que se proclama, solamente, de la boca para afuera, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
La patriotería, y a diferencia de lo que podríamos entender como verdadero patriotismo, resulta, a la larga, una bravuconería emocional y banal, enteramente epidémica y epidérmica, sin verdadera substancia. El “intro-documental” de Bad Bunny, en su mal llamado “concierto”, es buena muestra de ese nacionalismo hueco que se proclama, solamente, de la boca para afuera. Se trató de una llamada “narrativa” astutamente tendenciosa, cargada de un sentimiento ¡que se ha dicho tantas veces! vociferamos en la borrachera patriótica que no vale, según Daniel Santos, o, con muchas salvedades, cuando votamos para “detener la estadidad”.
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