Ron DeSantis quiere heredar el trumpismo
El gobernador de la Florida, Ron DeSantis, utiliza desde hace varios años su plataforma ejecutiva para atraer a su lado a los elementos más recalcitrantes del trumpismo. Por eso ha impulsado decretos, órdenes ejecutivas y leyes para sostener un movimiento llamado “anti-woke”.
Este movimiento es una conversación organizada en contra de una agenda “liberal diabólica” que busca adelantar el supuesto adoctrinamiento de estudiantes para que acepten, admiren, evoquen o practiquen la igualdad de género. No quieren que los estudiantes sean expuestos a una educación que prepare a las nuevas generaciones para que sean libres de prejuicios contra la comunidad LGBTQ+. Se insinúa, se dirige y se guía a las personas a pensar que en ese ambiente los estudiantes van a convertirse en miembros de esta comunidad (“los liberales tienen un plan para hacernos gays a todos”). Claro que DeSantis no usa esas palabras, pero como su maestro Donald Trump, las insinúa, las señala indirectamente y mucha gente del pueblo es movida a creerlo.
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Otra parte del movimiento anti-woke es evitar las discusiones sobre discrimen racial en las escuelas y universidades, aduciendo que los blancos que participan en estas son maltratados y ofendidos por algo de lo que ellos no tienen culpa. Pero como todo tiene un nombre, le han llamado a esto la oposición al “Critical Race Theory”. Solo se pueden ver y discutir asuntos como la esclavitud como un hecho histórico y está fuera de lugar y prohibido discutir los efectos de esa esclavización de siglos en la existencia de desigualdades o el discrimen. Si existen deficiencias educativas económicas y diferencias en habilidades y capacidades, nada tienen que ver con ser descendientes de esclavos o de un sistema que les negó a millones de seres humanos los derechos mínimos y fundamentales. Tampoco se puede discutir que hubo un sistema de maltrato y de códigos y leyes conocido como Jim Crow para asegurar que los esclavos libres no gozaran de los mismos derechos de los demás. Las escuelas tendrán que enseñar a Martin Luther King, pero sin que se discuta su lucha contra un sistema opresor; no podemos contextualizar su lucha. En los salones no se puede hablar de linchamientos ocurridos en Florida, pues esto puede ofender a los blancos y al fin al cabo, “eso ya pasó”.
Podemos añadir a esto la discusión y el coqueteo con el movimiento en contra de las vacunas, en contra del CDC o del doctor Anthony Fauci. La pregunta importante es ¿por qué?
Las acciones de DeSantis tienen una sola motivación: convertirse en el heredero del trumpismo. Decir y hablar de asuntos que generan mucho ruido, que hacen hervir la sangre a los que en silencio piensan; que si existen desigualdades en el mundo son motivadas exclusivamente por la “vagancia” o “falta de educación” de los marginados. “Que los niños deben ser los bomberos y las niñas amas de casa”.
Si usted tiene familiares en la Florida y aplaude estas acciones, piénselo, pues le aseguro que pronto la discusión incluirá a Puerto Rico. Y ¿por qué debe el gobierno de Estados Unidos pagar asuntos de gente que no vive allá? “Nos están descuadrando el presupuesto”, dijo Trump después de María, ¿recuerdan?
DeSantis hace daño, pues mantiene una retórica divisiva y peligrosa, que apoya con su discurso a personas que irrumpirían en una fiesta de merengue, salsa o reguetón diciendo, “esto es América, canten en inglés o váyanse a donde vinieron”. Lo sé, porque me lo han dicho en Florida en más de una ocasión. Si no conoces la frase aquí te la comparto: go back.
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