El ‘juguetito’ que Rosselló ordenó y ya pagamos, constituyó un acto de mala utilización de fondos públicos, los cuales el Departamento de Justicia debería intentar recobrarlos de él, de su patrimonio personal, escribe Hiram Sánchez Martínez
El ‘juguetito’ que Rosselló ordenó y ya pagamos, constituyó un acto de mala utilización de fondos públicos, los cuales el Departamento de Justicia debería intentar recobrarlos de él, de su patrimonio personal, escribe Hiram Sánchez Martínez
De niño, escuchaba a los mayores referirse a alguien como “botarate” cuando gastaba todo lo que tenía y mucho más, es decir, malgastaba el dinero que tenía a su alcance y andaba siempre “pelao” y endeudado a pesar de tener ingresos suficientes para no estarlo. Era, en otras palabras, una persona poco confiable porque no tenía buenos hábitos de ahorro y no manejaba su presupuesto con sensatez. Gastaba su dinero en cosas superfluas e innecesarias pero que le aseguraban cierto bienestar fingido ante el éxito de un vecino con carro nuevo, televisor grande o ropa de última moda. Algunos no sabían manejar la situación y terminaban en la quiebra o, lamentablemente, guindados de la solera de la casa.
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