Seguiremos en la oscuridad de una noche, pero con la llama del alma bien encendida, con esperanza, llevando siempre a los que se han ido, a los que continúan la lucha, como robles, como yagrumos fuertes, escribe Marcos Fabián Ríos Berríos
Seguiremos en la oscuridad de una noche, pero con la llama del alma bien encendida, con esperanza, llevando siempre a los que se han ido, a los que continúan la lucha, como robles, como yagrumos fuertes, escribe Marcos Fabián Ríos Berríos
Amaneciendo, analizando la situación del día a día. Una pandemia asechando, matándonos en todos los sentidos posibles de aniquilar la existencia de la faz de la tierra. La vulnerabilidad de los cuerpos, la desesperación, el mundo en aprietos, todo saliéndose de control. Semana de tensión normal de un estudiante, en la que la pantalla es el único artefacto donde refugiarse en la mañana. Pero en especial, con esa hambre de continuar, de aprender, de no rendirte; siendo valiente entre ruido y caos. Con miedo entre los hombros, mientras la luz de un nuevo día se cuela de reojo por la ventana.
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