Los policías deben salir a la calle mejor armados y adecuadamente entrenados para apresar al delincuente, al mismo tiempo que protegen los derechos civiles de todos los ciudadanos, dice Hiram Sánchez Martínez
Los policías deben salir a la calle mejor armados y adecuadamente entrenados para apresar al delincuente, al mismo tiempo que protegen los derechos civiles de todos los ciudadanos, dice Hiram Sánchez Martínez
A veces se nos olvida que las filas de la Policía de Puerto Rico se nutren más bien de muchachos de origen humilde, de nuestras clases trabajadoras media-baja y baja, porque los hijos de los ricos y de profesionales no quieren ser policías. Querían serlo cuando niños, eso sí, cuando la inocencia que nos caracteriza a todos a esa edad les permitía ver lo bueno que hacen los policías por nosotros. Después, a medida que dejaron de ser niños y se convirtieron en adolescentes, la pasión de ser policías se fue reduciendo. Quizás porque la mayor parte de las veces a la hora de decidir qué va a pasar con sus vidas después de graduarse de la escuela superior ya han cumplido dieciocho años y, en ese momento, el atractivo ilusorio de proteger a los demás es desplazado por un ejercicio racional de los riesgos que conlleva ser policía en nuestro país y la miseria de salario con que se compensan tales riesgos.
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