Creer que el fallido evento electoral se debió a la incompetencia de unos cuantos y no a acciones deliberadas es tan enajenante como creer que vivimos en una democracia porque tenemos elecciones, dice Ana Teresa Rodríguez
Creer que el fallido evento electoral se debió a la incompetencia de unos cuantos y no a acciones deliberadas es tan enajenante como creer que vivimos en una democracia porque tenemos elecciones, dice Ana Teresa Rodríguez
“Democracia, ¿en qué estado?” Con esta pregunta el filósofo italiano Giorgio Agamben invitaba a reflexionar respecto al concepto democracia a varios intelectuales contemporáneos. Como parte de su alocución, establece Agamben que uno de los problemas con que nos topamos al intentar contestar lo que parecería ser una pregunta sencilla es la ambigüedad del propio concepto, el cual luce acomodaticio a la hora de denunciar la violencia que sufre el ciudadano. Por tanto, abunda Agamben, el término puede remitirse tanto a la conceptualidad del derecho público como a la práctica administrativa: “designa tanto la forma de legitimación del poder como las modalidades del ejercicio”. El precio que pagan, continua Agamben, las democracias de Occidente, bien puede deberse a que se heredó el concepto sin beneficio de inventario.
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